Existió una vez...

Existió una vez un ser místico lleno de luz, de rasgos finos y estatura media; de suavidad en su corazón  y cabello rizado; de belleza sin medida y carácter fuerte. De armadura de hierro, imponente, fuerte hasta los huesos... su única debilidad eran los suyos. Era un ser mágico que tuvo que pasar por muchos obstáculos durante toda su vida para convertirse en el esplendor que daba sentido a la existencia de muchos otros seres ni tan místicos ni tan mágicos como ella. 
Existió un ser amoroso pero precavido. Sus acciones siempre demostraron más que sus palabras, lo que la convirtió en un ser real. Un ser con días buenos y malos; un ser que siempre se esforzó por dar lo mejor de sí misma sin importar las circunstancias, siempre procurando el bienestar de los suyos.
Existió una vez un ser que tuvo la capacidad de encender luces en lo más oscuro de mi ser, de enseñarme como ser fuerte y anteponerse ante cualquier situación adversa, de demostrarme que jamás estaré sola... siempre la tendré a ella. 
Existió un ser que, a pesar de no ser apreciado por todo el mundo como se debería, forma parte muy significativa de mi mundo... Existe un ser hermoso al que llamo mamá. 

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