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Mostrando las entradas de julio, 2017

La importancia de la fe.

Quiero hablar de la importancia de la fe, sin importar religión ni creencias. Quiero que quienes me lean se den cuenta de lo importante que es aferrarse y tener esperanza en algo o alguien. Puede ser fe en Dios… fe en las conspiraciones del universo… fe en uno mismo. Pero siempre, siempre alimentar nuestra fe y darnos cuenta de que los milagros existen, milagros místicos que se atraen con el pensamiento y se ejecutan con nuestras acciones.

Felicidad a ratos

Existimos personas que somos felices a ratos. Sí, a ratos. Estamos acostumbrados a que toda racha de alegría y felicidad viene acompañada de una gran tormenta. Y si, de pronto en alguna de esas rachas parece que no lloverá, nosotros mismos provocamos que la tormenta se precipite de la nada. No me malentiendan, no es que nos guste vivir así, es simplemente  la única manera que conocemos de existir . Hasta que un día aparece una tormenta especial, la más grande de todas. Una tormenta que no solo promete borrar rastro del rato de felicidad que tuviste, sino que también comienza a destruir a cuanta persona amas. Es esa tormenta que te hace salir del trance de la cotidianidad y desear con todas tus ganas que no llueva nunca más. Luchas contra ella, haces de todo para que se detenga, te las ingenias para soplar las nubes grises lejos de ti hasta que solo queda una pequeña brisa a manera de recordatorio… y justo en ese momento te das cuenta que necesitas felicidad de tiempo completo. 

Crecer implica más que desarrollo físico. Trata de fomentar madurez e inteligencia emocional en nuestras vidas.

El pasado no se borra. Está ahí para recordarnos no ser tan estúpidos la próxima ocasión. Para incitarnos a disfrutar más la próxima vez. Para darnos el coraje de avanzar y ser mejores cada día. Todo es cuestión de perspectiva.

Los monstruos existen

Los monstruos existen. Viven cerca de nosotros disfrazados de personas, por eso es difícil reconocerlos. Aunque el daño que nos provocan es perceptible; sabemos que está ahí pero no sabemos de dónde viene. Y sufrimos, nuestra autoestima cae, nuestros sueños se achican, nuestra alma se vuelve quebradiza y nos cegamos. Y es que se requiere de mucha inteligencia emocional y mucho coraje para darnos cuenta que los monstruos están aquí. Muchas veces en nuestras casas, otras en nuestros círculos sociales, siempre bajo su disfraz. Y siguen haciendo daño, no paran, no les importa que tanto pueden quebrantarte… hasta parece que no se dan cuenta de todo lo malo que provocan en ti. Duele reconocerlos, duele ponerles un rostro. Duele la incredulidad, duele el no saber qué medidas tomar contra ellos. Se despierta el odio en nuestro interior y muchas otras emociones negativas que nadie debería experimentar jamás. Pero lo mejor que podemos hacer es verlos como lo que son y marcar distancia. Eg